En Madrid, cuarenta grados
y en Sevilla, ni les cuento;
Zaragoza está muy mal
y la depresión del Ebro,
por Córdoba, por Jaén,
en Granada y en Toledo
aunque parece que al Norte,
Santander, Galicia, Oviedo,
va a entrar un frente mañana
y estarán algo más frescos.
Tan extraña situación,
que jamás vivido hemos,
requiere todo el rigor
y la atención de los medios,
aunque ahora ya no se lleva
el antiguo "hombre del tiempo",
queda más moderno y "cool",
el hablar de la "meteo".
El aire acondicionado
funciona a tiempo completo,
se disparan a diario,
nuestros consumos eléctricos
y eso que nadie desea
ni centrales ni deshechos,
pero quiero estar fresquito,
que también tengo derecho.
Después el presentador,
ofrece sabios consejos
con aire profesional,
riguroso, duro, serio;
si salimos a la calle,
en sombra caminaremos,
evitando a toda costa
bajo el sol quedar expuestos.
Hay que beber mucha agua,
así nos hidrataremos,
también zumos y ensaladas
y bañarse, si podemos;
a las personas mayores,
no abrigarlas en exceso,
el deporte moderado
y a medio día ni verlo
(salvo el Tour que eso es sagrado
especialmente en los puertos)
ropa ligera y holgada
para vestir usaremos;
menos mal que nos lo dicen
y se ocupan de lo nuestro,
si no salgo con bufanda,
con guantes y chubasquero.
Y es que desde que se habla
de lo del calentamiento,
más o menos como siempre,
nos alegra el buen "Lorenzo".
En otoño caerán hojas
e incluso soplará el viento,
después llegarán los fríos
y los hielos del invierno;
en los campos de Aragón,
arreciará duro el Cierzo
y creo que nevará
con fuerza en los Pirineos
y siempre aparecerá
un orondo lugareño
que rotundo afirmará
no haber visto jamás eso,
en los años que ha vivido,
ese es sin duda el primero,
nunca ha habido tanta nieve
en los pagos de su pueblo.
Llegará la primavera,
¡florecerán los almendros!,
en las playas de Levante
se bañarán ya los cuerpos,
¡cómo si fuera verano!
en mayo, ¿Qué va a ser esto?,
enviados especiales
para cubrir el evento.
Sé poco de periodismo,
ni mucho menos experto,
mas creo que la noticia
es que el hombre muerda al perro
y no el calor del verano
o que haga frío en invierno.
Pues perdonen mi incultura,
mi vulgar atrevimiento,
Julio y Agosto así son
desde que yo los recuerdo,
aunque en la televisión,
no tuvieran tanto eco;
tal vez no éramos conscientes
del magno acontecimiento.
A las olas de calor
que tantas vivido hemos,
lo llamábamos verano,
tan ignorantes y necios
que incluso hasta disfrutábamos
del cálido desenfreno.
Pero sigamos contando
los excepcionales hechos
que hasta su casa llevamos
en riguroso directo:
¡En verano hace calor!,
he aquí el descubrimiento.