Estos últimos días de frío y heladas me han hecho recordar un interesante viaje que hice hace cinco años por estas mismas fechas. Cristina y yo visitamos Budapest.
Además, como estuvimos una semana, pudimos conocer gran parte de Hungría. Nos gustó especialmente la llamada curva del Danubio. Este río, que recorre el corazón de Europa, y alguno de los acontecimientos históricos húngaros, en los que tuve ocasión de profundizar, me inspiraron esta obra.
El Danubio lleva
pedazos de hielo;
el agua,
la sangre,
del ser europeo.
Lleva trozos
de Historia
que se han hecho témpano.
Ecos de batallas,
de honor,
de grandeza,
de luchas,
conquistas
y de sufrimiento.
Ahora, sí, ¡Escucha!,
¡Párate un momento!
Oirás su crujido
romper el silencio.
Sí, fue aquí,
aquí mismo;
podrás aún oírlo
si escuchas atento.
Resuena su grito,
el ansia de un pueblo,
un grito quebrado,
un pájaro herido,
junto al Parlamento.
Río congelado.
El río apacible
y majestuoso,
testigo callado
de toda la Historia
que lleva en su seno.
Aquí,
¡Para!
¡Escucha!
Es el río helado,
el río inmortal
que arrastra la Historia,
que se lleva el viento.
© A. Manrique Cerrato.- 2011
© A. Manrique Cerrato.- 2011
No hay comentarios:
Publicar un comentario