Ante el grueso muro
temible y siniestro
donde se quebraron
los jóvenes sueños
frío, tenebroso,
desolado y yerto
y hoy de mil colores
su esencia cubriendo,
trato de acercarme
a ese oscuro tiempo.
Feroz tiranía
del odio y el miedo,
la cruel amenaza,
el vecino atento,
la palabra errónea,
el fatal aserto,
vidas mutiladas,
espanto y silencio.
Y al final el muro,
despiadado y tétrico,
focos, alambradas,
la ciudad partiendo,
alas cercenadas,
frustrados anhelos,
ansias estrelladas
contra el gris cemento;
sórdidos controles
de metralla y hierro,
hoz coloreada
de balas y fuego,
horrísonos golpes,
martillo sangriento.
Hoy obra de arte,
de Historia museo,
la libertad puso
azules los cielos
verdes y amarillos
en el monumento,
triunfó la esperanza
y el afán del pueblo.
Mas sigue la huella
de los que se fueron
puros, soñadores,
valientes, ingenuos
¿su único pecado?
ser libres quisieron.
En Berlín se alza
y junto a él me encuentro,
un turista más,
fotos y recuerdos,
más algo se siente,
un grito del tiempo
que olvidar no quiere
el triste lamento
un grito del tiempo
que olvidar no quiere
el triste lamento
que congeló el muro
en su gris cemento.
© Armando Manrique Cerrato, 2016
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