Alrededor de la mesa,
unos tipos se han reunido;
llevan curiosos atuendos,
su porte es más bien antiguo,
sus gestos estrafalarios,
histriónicos, divertidos,
joviales caricaturas,
gente de lo más surtido,
personajes entrañables,
tiernos, amables, festivos,
que hoy parecen, sin embargo,
un poquito entristecidos.
Nos llegan de la memoria
de los años que vivimos;
todos fueron compañeros
de las tardes del estío;
cuando ya no había colegio,
junto a ellos descubrimos
la magia de la lectura
entre intensos coloridos,
aquellos de las viñetas
con las que tanto reímos.
Están ellos comentando
que les falta Don Francisco,
Ibáñez, padre y maestro,
de quien todos eran hijos;
creador inagotable,
cordial, ingenuo, sencillo,
virtuoso del pincel,
de las letras erudito;
huérfanos los ha dejado,
se hallan un poco perdidos,
como también a nosotros,
todos los que fuimos niños
y que tanto disfrutamos
con sus tebeos y libros,
antes de que las pantallas
nos hubieran invadido.
Mortadelo y Filemón
dos agentes secretísimos,
de la TIA los más celebres,
¡mundialmente conocidos!,
el uno con su levita,
trajes, disfraces, vestidos,
que acaba siempre corriendo
por su jefe perseguido,
el que luce pajarita,
y en su calva dos pelitos,
discutiendo con el Súper,
y Bacterio su enemigo,
entre inventos y artilugios,
ocurrencias, desatinos
y la Señorita Ofelia,
algo pasada de kilos.
Con su pícara expresión,
y ufano exhibiendo ombligo,
atendiendo a los clientes
con su rojo sombrerito,
un muchacho muy travieso,
el botones Sacarino,
que a través de sus andanzas,
de otra España fue testigo.
Te mando la ubicación
de un muy famoso edificio,
en la Calle del Percebe,
Trece, donde están los pisos;
allí a la vista de todos,
habitan unos vecinos,
cómicos, extravagantes,
y de lo más variopinto.
En el bajo hay un tendero,
que se las pasa de listo,
todo podrás encontrar,
entre estos sus inquilinos:
un raro veterinario
con chocantes casos clínicos,
la portera, una pensión
el excéntrico científico;
una provecta familia
con endiablados críos,
un moroso y un ladrón,
que se llama Ceferino
y uno que en la alcantarilla,
se ha fabricado su nido;
todos hoy se han trasladado
buscando nuevo distrito;
pues intuyen que el inmueble
pronto quedará vacío.
Entrañable Rompetechos,
de vista no anda muy fino,
del que dicen de su autor,
personaje favorito.
Cuántas carcajadas con
lo miope que era aquel tío,
las tortas que se llevaba
por su leve defectillo;
confundía los letreros,
los carteles, los avisos,
interpretándolos siempre
del modo más inaudito
para quedar finalmente
magullado y aturdido;
Otra pareja ha llegado,
Pepe Gotera y Otilio,
su lema ya lo proclama:
“Chapuzas a domicilio”,
así no engañan a nadie,
nada de
trampas ni líos;
que si está el techo inclinado
que si no hay agua en los grifos,
o si han puesto unos enchufes,
donde ninguno ha pedido.
Si la escalera está rota,
o el andamio carcomido,
a ellos nada les importa,
a todo han sobrevivido;
lo de Riesgos Laborales,
¡ni siquiera lo han oído!
Trapisonda, la familia
de su época prototipo,
graciosamente formal
es la monda este grupito;
Chicha, Tato y Clodoveo,
de pelos característicos,
y profesión sin empleo
buscavidas arquetípicos;
perros, gatos y ratones,
tortugas y gusanitos
que de todo hacían chistes
llegan cariacontecidos;
Doña Pura y Doña Pera
y otros no tan conocidos,
son cientos los personajes
que a la reunión han venido.
Surgen de los “DDT”,
de arrugados “Tío Vivos”,
de la “Colección Olé”,
de los viejos “Pulgarcitos”,
pero también de los “Guay”
y tantos otros fascículos,
y de los “Súper Humor”
entre todos el más mítico,
de la EGB aquel regalo,
en las cartas más pedido.
Hoy dicen que se ha marchado
el sabio, el genio, el mito,
el mago de la historieta
el compañero, el amigo,
el que tiñó nuestra infancia
de entrañable colorido;
el que siempre vivirá
en el alma de sus hijos,
y de quien somos mayores
más seguimos siendo niños.
Alrededor de la mesa
junto a unos extraños tipos
que traen curiosos atuendos,
y un porte más bien antiguo,
mirando atrás con nostalgia
y el corazón conmovido,
a través de estas palabras
emocionado te digo
que a través de tus historias
nunca del todo te has ido,
inmortal será tu obra
y eterno nuestro cariño.
Gracias por lo que nos diste
¡Y Hasta Siempre, Don Francisco!
© Armando Manrique Cerrato