sábado, 13 de enero de 2018

LA LEYENDA DEL GIGANTE FINN



En el norte indómito
y agreste de Irlanda
donde se respira
la fiereza atlántica
y arriban del polo
las olas heladas
cuentan que habitó
en eras lejanas
un feroz gigante
que las dominaba.

Finn era su nombre,
su fuerza titánica
y allá en la ladera
de la gran montaña
que se alza orgullosa
sobre la ensenada
tenía el coloso
su rústica casa.


Un buen día divisó
desde su altiva atalaya
entre las rudas columnas
de la catedral basáltica
un gran hombre
que hacia el este
su poder desafiaba.


Y es que en la costa escocesa
que hacia el oriente apuntaba
también se hallaba un gigante
bailando al son de la gaita

realizando bruscos gestos
y con cuadros en su falda.

Tras intercambiar requiebros,
desafíos y bravatas,
decidió nuestro buen Finn
llegar a costas británicas
y entonces se le ocurrió
con particular audacia
que construiría un puente
que la mar atravesara;
la Calzada del Gigante
entonces la comenzaba.

Y así fue poniendo piedras,
las más curiosas y extrañas
que encontráranse pudieran
en cualquier tierra habitada;
con piezas hexagonales
perfectamente encajadas
desafiando al abismo
fue internándose en el agua.

Con las prisas una bota
se le desprendió en la playa
(si registras el paraje,
allí podrás encontrarla)
y para siempre quedó
el símbolo de su hazaña
aquellas primeras rocas
de esa empresa tan fantástica
que desafían al mar
con geometría exacta.


Hace millones de años
en una tierra lejana,
extremo de nuestro mundo,
yerma, ignota, desolada;
una historia fabulosa,
mítica, cruel, legendaria,
la de un antiguo gigante
y la épica calzada
que una vez él construyo
para unir la Gran Bretaña
y que hoy corona la agreste
indómita y preciosa Irlanda.
                                                                                                                © A. Manrique Cerrato.- 2018




















Tras las huellas de Finn...







































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