En el Día del Maestro, junto con mis Felicidades y mi admiración para todos los que ejercéis esta importante, preciosa y difícil profesión, recupero esta poesía que ya recogí en el libro "Hombre al Sol" y que escribí 2005, cuando mi hija Eva acabó primero de primaria."
En 2014, Clara, la pequeña, terminó sexto y, por lo tanto finalizaron ya nuestros años de Colegio y quedaron tantos buenos momentos pasados en él.


Don Florencio fue el carismático profesor de aquel lejano pimero de primaria y por ello le dediqué esta obra.


Don Florencio fue el carismático profesor de aquel lejano pimero de primaria y por ello le dediqué esta obra.
Con su publicación quiero homenajear así mismo a todos los que os dedicáis a la bella e importantísima labor de educar a nuestros hijos, especialmente a los profesores de Educación Infantil y Primaria, entre los que tengo el honor de contar con muchos buenos amigos.
Un abrazo especial para Carlos Blanco y para Julio Jiménez. ¡ Felicidades, amigos ! Aquí podéis leer el poema "DON JULIO": https://blogliterarioyfotografico.blogspot.com/2016/06/don-julio.html |
También quiero enviar un cariñoso recuerdo a todos de los que fueron mis profesores; algunos de ellos, me consta, siguen este blog.
Cuando pasen muchos años
y la niñez quede lejos;
cuando ya no haya pinturas
esparcidas por el suelo,
sepamos ya dividir,
sumar no tenga secretos
cuando sepamos inglés
y ya nunca dibujemos.
Cuando, en fin, seamos mayores,
entre algunos trastos viejos,
encontraremos, tal vez

Él nos hará recordar
aquel lejano colegio
donde todo lo aprendimos
en las aulas y el recreo,
hicimos muchos amigos
¡y también muchos cuadernos!
Entre las sumas llevando
o el dibujo de Platero,
grande y con la tinta roja
un ¡Muy Bien! de Don Florencio.

Porque no fallé las cuentas,
porque era con "h", huerto
y en el dictado no tuve
ninguna falta ni acento.
En esas dos letras rojas
que eran para mí un gran premio,
allí se encuentra la huella
indeleble del maestro.
Sus manos grandes y firmes,

Nos mandaba muchas sumas
y las letras... "¡Más pequeño!".
También nos contaba historias
riendo o a veces serio.
Y los viernes para casa,
nos mandaba leer un cuento.
Era muy alto y muy fuerte,
pero también era tierno.
Tendré muchos profesores,

pero, eso sí, estoy seguro,
el que nunca olvidaré,
será el que me dio en primero.
Era muy alto y muy fuerte;
se llamaba: Don Florencio.
© A. Manrique Cerrato.- 2011
¡Hasta pronto, amigos!
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