Hace unos años nos dejó mi abuela Margarita del Caño, una gran mujer que supo sacar adelante a su familia en tiempos muy difíciles, como fueron aquellos que vivieron todas las personas de su generación.
Hoy, día de los Fieles Difuntos, lamentando la pérdida de todos los fallecidos en la tragedia de Valencia y Albacete y enviando todo mi a cariño y apoyo a los afectados, publico de nuevo este poema para rendirle este pequeño homenaje a ellos, a mis abuelos y a todos los que fueron importantes en nuestras vidas y que dejaron un gran hueco al marcharse.
Al arribar a esta playadonde la vida nos lleva,
recuerdo hoy tantas cosas
que viví contigo,
Abuela.
Las tardes de los veranos,
en Suances, Torrelavega,
recoger caracolillos
entre las rocas y peñas
con el abuelo Miguel
y tú siempre allí a su vera.
El amor hacia los tuyos,
tu humanidad, tu nobleza,
tu sencillez, tu alegría
tu sinceridad y entrega.
Esas partidas de cartas
de todas las nochebuenas
o con mamá en la cocina
ayudando en la refriega;
las reuniones familiares,
las historias, las anécdotas,
en el chalet los helados
de corte de nata y fresa;
los viajes del Inserso,
los pijamas, las chinelas,
o los ratos que pasábamos
comentando la novela;
el conejo, los guisantes,
las gambitas, las paellas
y después ya para el postre,
un café, ¡con magdalenas!
tantos pequeños detalles
que en el corazón se quedan.
Con ti se van mis abuelos
y la infancia más se aleja,
con Julia, Paco, Miguel,
Margarita también dejas
un poco de lo que soy,
en mi alma, vuestra huella.
Y ya al final del viaje,
cuando los años ya pesan,
cuando el camino se tuerce
y hay en la memoria, niebla,
en mi último recuerdo
tu mirada húmeda y tierna,
que guardaré para siempre,
que en el corazón se queda
¡Gracias por lo que me diste!
¡Adiós, Hasta Siempre!
¡Abuela!
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