Una tarde del otoño,
el cielo bramó,
atroz, fiero, bravo,
cerniéndose hosco
en montes y campos,
rugieron las presas,
crecieron barrancos,
desbordando cauces,
acequias y lagos.
De la oscura sierra
las aguas bajaron
y a la alegre huerta,
furiosas llegaron,
tiñendo de luto
lo más cotidiano.
Sembró la guadaña
su reguero trágico,
casas destruidas,
coches apilados,
lóbregos garajes
de horror y de espanto;
riadas de temor,
pueblos anegados
vidas enredadas
en infame barro;
en tristeza y llanto;
ilusiones rotas,
sueños en el fango.
Volverás Valencia
a ser guía y faro,
a brillar en fallas,
en fuego y petardos;
bella tierra de las flores,
de luz, de amor y de encanto.
en los días soleados,
y aún honrando en el recuerdo,
a aquellos que nos dejaron,
con el esfuerzo de miles,
alma, corazón...¡y brazos!,
tu fuerza doblegará
los más destructivos hados.
Pujante y emprendedora,
con coraje, brío y ánimo
desbordante de esperanza,
joya del solar hispano.
Ofrendarás nuevas glorias,
a España como legado,
así proclama tu himno
grandioso y emocionado.
Jaime Primero y el Cid
su heroísmo te entregaron,
las hazañas del pasado.
Muy pronto tú te alzarás
frente al dolor y el cansancio;
sobrevolará el murciélago
arrozales y naranjos,
heraldo de la victoria,
como en combates de antaño;
reflejará la Albufera
al Saler y Malvarrosa
tornará siempre el verano.
Ondeará la Señera
al viento apacible y cálido
y nuestra Virgen querida,
la de los Desamparados,
maternal ofrecerá,
florido, su hermoso manto.
Una tarde en el otoño
cuando los cielos bramaron
cuando rugieron las presas,
cuando crecieron barrancos
y se fueron tantas cosas…
cerca del Mediterráneo.
© A. Manrique Cerrato 2024
Especialmente orgulloso también del gran trabajo , dedicación y entrega de los integrantes de la Base Aérea de Matacán.
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