se filtran tímidos rayos
en el gris pardo del cielo;
reina la solemnidad
y el vacío del silencio
en la eterna soledad...
¡de Paracuellos!
De pasadas décadas
aún llegan los ecos,
voces lastimeras
que aúllan con el viento;
las hojas caídas
en el cementerio.
De Ventas y San Antón,
en trágicas sacas
a aquí los trajeron;
su último viaje,
macabro "paseo".
¿Por qué ños prendieron?
Tal vez por familia,
nombre o abolengo,
por ser de un partido
o llevar sombrero.
Quizás una cruz,
dorada, en el cuello,
asistir a misa,
al que no debían,
por rezar el Credo.
Por pensar distinto,
ser del alma dueños;
por tener valores,
sólidos y férreos
que no se doblegan
al odio ni al miedo.
Cayeron a miles
en los muros viejos;
muchos eran niños,
cándidos e ingenuos,
mirada inocente y pura
en sus corazones tiernos.
oficinists o médicos,
militares, profesores,
especialistas, obreros
y algunos de nuestras letras
acreditados talentos,
Muñoz Seca, el creador
del inefable Don Mendo.
Todos yacen hoy aquí,
olvidados, en silencio,
una única fosa
para tantos muertos,
voces lastimeras
que se lleva el viento.
de sol glauco del invierno,
he sentido su llamada
y de la Historia los ecos,
porque se eriza la piel
y se congela el aliento
al atravesar las puertas
y recorrer los senderos
tristes y desolados...






























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