en Kirguizistán.
Fue tras varios meses,
de estar lejos,
de estar lejos,
muy lejos
del hogar,
del hogar,
y fue para mí
más que una ilusión
porque allí empezaba
la primera etapa
de mi regresar.
Montañas gigantes,
espina dorsal
entre las llanuras
frías, desoladas
del Asia Central.
Vieja Samarcanda,
de rito ancestral,
Ruta de la Seda,
que evoca aventura,
vía legendaria
Bishkek es el nombre
de su capital
y en ella se aúnan
viejas tradiciones,
antiguas leyendas,
antiguas leyendas,
grandes escenarios
y modernidad.
Pueblos que despiertan,
ansias de futuro
y de libertad.
Por su magnetismo,
su grandiosidad,
por ese momento
y por muchas cosas
que dejaba atrás.
Por eso, lo sé
y sé que es verdad,
nunca olvidaré
esa vez que estuve
en Kirguizistán.
© A. Manrique Cerrato.- 2011
© A. Manrique Cerrato.- 2011
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